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Sexo-less

18 abril 2008

Por Claudia Acuña

Suplemento Caín N° 6, Revista Humor, 1987O de cómo una imagen fofa, modosa y asexuada se corresponde admirablemente a un discurso político fofo, modoso y asexuado.

¿Adónde tienen el sexo los políticos? Una pregunta que abruma, ante la constatación de que esta raza de animales disecados, la de los políticos actuales, ha prescindido públicamente del sistema glandular. Ni saliva ni sudor ni humedades. Sólo palabras y sonrisas que se dejan caer por todos lados, hasta cubrir el universo con esa pátina de mermelada diet llamada "confiabilidad”.

Foto publicada en el Suplemento Caín N° 6, Revista Humor, 1987-No tema, señor. No tenemos la menor intención de meterle la mano en el bolsillo. Administraremos la miseria y el crecimiento del país sin necesidad de perturbarlo.
-Míreme bien, señora. Soy absolutamente incapaz de volcarle el tintero a la maestra o rozarle la espalda a una mujer sin su expreso consentimiento.
Los subtítulos en castellano de cada uno de los gestos y slogans pueden ser diversos. En cualquier caso, traducirán el tipo de credencial utilizada para que se les permita el acceso al poder. Un carné, por ejemplo, que exhibirá la cara del hijo pulcro, algo traga y capaz de perder la compostura sólo en caso de tener que librar batalla para cederle primero su asiento a una embarazada. La otra variante, ligada inevitablemente a cuestiones cronológicas, tendrá que ver con esas sienes platinadas y el pis de nietitos alquilados, que demuestran la destreza con que ha manejado su vida el responsable de semejante escenografía. Padres abnegados e hijos obedientes saldrán al ruedo a debatirse votos de una manera civilizada. Repartiendo elogios y reproches, pero nunca gritos. Pidiéndose casi disculpas por una ironía festejada o esa maldita costumbre de rescatar del olvido un tropezón pasado. Por supuesto, las cosas nunca exceden el marco del debate "racional": que te tiro un dato, que me devolvés una cifra, que intercambiamos animadamente conceptos, que mejor nos facturamos mutuamente errores y terminamos al unísono recordando aquello del tiempo pasado peor.
Quizá sea por eso que el erotismo preelectoral está vedado. No hay hombres ni mujeres, sino candidatos. Una especie que se entretiene ovulándose a si misma, en un ambiente ascéptico desde el cual es posible pensar que del útero al sillón media sólo un buen spot publicitario.

Publicado en el Suplemento Caín N° 6, de la revista Humor (R) en 1987.

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