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Amnesia binaria

26 mayo 2008

Jean-Paul Sartre Un relato perdido, inadvertido. Un archivo de texto archivado entre tantos. Otro número en la computadora de su autora. Una tragedia olvidada, como la vida del personaje de "Amnesia binaria", que parece esfumarse entre jeringas descartables y un futuro sin salida.
Dice la autora, sucinta y fría como un bisturí: "Trata de un tipo que se inventa un perfil en internet y acaba desarrollando una personalidad alternativa".
Apagá el televisor que sólo hay porquerías. Acá tenés. Un fragmento de Amnesia binaria.

Por Ánima [010]

1. [PULSE] ENTER

La tarde caía a sus espaldas, y ya, no sabía si él llevaba encima todo el peso del día o todo el peso de una vida mal arrastrada. No tenía ni idea de qué debía hacer ahora, pero eso, al fin y al cabo carecía de importancia porque lo sentía siempre, a todas horas. A veces le servía esperar, simplemente sentarse a esperar y que alguien le diera alguna respuesta, le hubiera gustado tener un asesor personal que le dijera qué debía hacer en cada momento, una especie de iluminador o de luciérnaga que le dijera en qué partes no se iba a hundir. Pero era inútil, se iba a hundir una y mil veces porque era ley de vida, y porque los asesores visionarios no existen excepto en las grandes sectas.
No le ayudaba ni la psicología ni el Prozac. Se sentaba a esperar pequeños milagros mientras veía freírse los filetes, mientras pasaba la fregona en casa, mientras se rascaba detrás de la nuca y mientras comía en las hamburgueserías. Hasta alguna vez los podía esperar sentado en la taza del báter. Y, si alguna vez llegaban, tampoco eran suficientes. No había ninguna gran redención, una última redención, la definitiva redención, ninguna etiqueta de amor 100%. Solo anuncios de galletas más baratas. Cuando se daba cuenta, la vida ya se había pasado un poquito más, y decidía disfrutar de ese momento hasta que el vuelo de una mosca lo abstraía de nuevo a su tremenda desgracia de platos de sopa vacíos.
La tarde caía a sus espaldas, y él, atardecía continuamente.
John Cale
El trabajo no tenía nada de especial, meter jeringuillas hipodérmicas en envases vacíos, coger el cartón-doblar el cartón-ensamblar el cartón-meter la jeringuilla-cerrar el cartón.
Después las pegatinas. Ninguna torcida, todas pegadas perfectamente.
Parte de una cadena industrial, parte del sistema laboral, parte de algún engranaje en alguna parte. Parte del todo. Parte de nada. Infravaloración de la humanidad o supresión de la misma. Un número en alguna parte, un numero médico, un número escénico, un número cómico. Sólo un número. Pero el capataz me miraba con ojos de ascenso, quizá mañana supervisión de la cadena, sueldo 3 céntimos más alto, opción a comprar un piso de 2 metros cuadrados. Parte de nada y llega a la meta. Serás un bonito jarrón chino. O quizá japonés. Una parte del decorado de las calles de Madrid. Puro teatro lo tuyo.

Me habían dado ese trabajo a través de una amiga, el sueldo era bueno, muy bueno, era lo único bueno de ese trabajo: dinero. Me arrepentí después del primer día, una panda de cotorras sin nombre se inclinaban como arpías asépticas sobre las pilas de cartón mientras despellejaban alegremente, algo de carroña, un buen rumor era lo mejor que podía ocurrir, y si no ocurría pues se hablaba de que pudiera ocurrir.
Trabajo de 23:00 a 7:00 sin levantar la vista de mis manos, escuchando a una panda de viejas chochas y de chiquillas frustradas hablar de cualquier cosa que no sea su vida porque supongo que cualquier cosa es más interesante, y sigo dándole vueltas a aquello que decían de que el trabajo dignifica al hombre, ¿quién sería el gilipollas?.
John Cale
Si pudiera me iría, pero qué demonios, no me puedo ir, si lo dejo me quedo sin paro, sin casa, coche o comida.
- Hijo mío es un buen trabajo, no se puede empezar por arriba.
Me quedo sin ilusiones y sin descanso mamá. Cada día creo en menos cosas, cada día me masturbo viendo porno en cadenas que sintonizo remotamente y tengo que imaginarme qué postura tienen en ese momento porque no puedo pagarme una peli porno en condiciones, me compro todas las ofertas del día y casi apenas llego a fin de mes, por las tardes estoy sólo, mirando el acuario, todas esas cometas de agua tragándose la comida de látex que les echo y que a veces pruebo yo mismo para saber qué se siente siendo pez: es pura mierda. Si salgo, mis amigos hablan de fútbol, de tecnología, de vacaciones, y de muñecas hinchables, y si me quedo en casa saco un pez del acuario y miro cuánto resiste. Nunca más de cinco minutos. Cada día estoy más muerto mamá, cada día más. Pero sólo digo:
- Ya lo sé.
- Eres un buen hijo. Verás como todo saldrá bien.
¿Bien para quién mamá? Envaso jeringuillas. Jeringuillas hipodérmicas.
La tierra gira a no-sé-cuantas revoluciones por minuto.


* Las fotos de Jean-Paul Sartre y John Cale fueron publicadas en las revistas HQ y Ray Gun. Desconocemos sus autores.

Ánima [010] es española y a los 25 años, después de terminar un master de psicología forense comienza a meterse en la piquis de gente implicada en casos legales y policiales.
En sus momentos unplugged deja que Siouxie (& los Banshees, claro) le murmure canciones de pasiones góticas mientras escribe acerca de la insoportable levedad del ser que nos toca. Los textos resultantes los publica con incierta frecuencia en su Mundo Felíz.
En momentos sublimes inicia novelas que algún día terminará, como "Amnesia binaria", de la cual publicamos (en exclusiva, dirían ciertos medios) un fragmento de su primer capítulo.
A partir de Junio, Ánima [010] escribirá regularmente para Klamahama.

Vaya esto como bienvenida al club y nuestro sincero agradecimiento por aceptar participar y sumarse al Staff.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

a) Los rolingas usan Topper, no pampero, las pampero no se hacen mas linda...
b) Yo escucho Hard Rock, pero para que te voy a explicar... Evidentemente la música no es lo tuyo.
c)Que bueno que te hayas sentido identificada, lástima que no entendiste el mensaje, más suerte para la próxima, seguí participando que acá son todos bienvenidos, hasta los que no entienden ;)