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Discos elementales / Axis Bold as love

08 agosto 2008

Discos elementales [005]
Escribe Claudio, Vagabundo resplandeciente

"AXIS: BOLD AS LOVE"
The Jimi Hendrix Experience, 1967


El nombre Jimi Hendrix, así solo, despojado de toda consideración o contexto, ya resultaba, desde hace décadas, rayano en lo mitológico, cuando a mí se me ocurrió, por pura curiosidad adolescente, comprar un disco suyo. Y precisamente, sin haber escuchado nada de su autoría en mi vida, sin embargo sí había oído en más de una ocasión su nombre, instalado en un altar de la religión pagana que constituyen los devotos del rock, como una especie de semidiós intocable. Entonces compré Are You Experienced?, el álbum que está unánimemente considerado por la crítica especializada como su obra máxima, y lo escuché muchísimas veces, disfrutando hasta la saciedad de su revolucionaria zurda. No obstante, y a pesar de todas las virtudes que el mencionado disco ostenta, considero que su trabajo más redondo, y siendo conocedor de que voy contra la corriente, es Axis: Bold as love, un álbum al que accedí bastante tiempo después y que me conquistó en la primera escucha (algo que muy pocas veces me sucede). Sería una osadía, y una postura decididamente miope de mi parte negar que el primero haya tenido mayor trascendencia e influencia para la posteridad rockera, porque, en efecto, así ha sido, en gran medida gracias a que supuso, en 1967, una innovación radical en lo que se refiere al uso de la guitarra eléctrica: así como el calendario que nos rige se divide en antes y después de Cristo, del mismo modo, en el rock existe un antes y un después de Jimi Hendrix, y ése punto de inflexión está dado, sin lugar a dudas, por su disco inicial junto a Noel Redding y Mitch Mitchell.
El preámbulo del disco que nos ocupa, “EXP”, no es el mejor inicio posible. Por más intencionalidad humorística que posea, ésos sonidos distorsionados que se oyen de fondo son francamente insoportables. La cosa comienza a mejorar a partir de “Up in the skies”, un tema harto tranquilo que parecería ser la contracara del Jimi explosivo de canciones como “Manic depression”. Aquí se percibe, en cambio, un tibio ritmo de jazz a cargo de Mitchell y la pista vocal por demás apaciguada de Hendrix.
Inmediatamente, el tono cambia de manera radical, y en “
Spanish castle magic” podemos hallar una de las mejores composiciones psicodélicas del gran Jimi (que canta su visión:
The clouds are really low.
And they overflow with cotton candy.
And battle grounds red and brown

y que cuenta con una ferocidad rockera que va en aumento hasta llegar al estallido en el estribillo. Luego, la inclinación más bien pop de este álbum, bastante distanciada de los riffs infernales del trabajo precedente, queda más que en evidencia en temas como “Wait until tomorrow”. “Ain’t no telling” es una poderosa y fugaz pieza (dura menos de dos minutos), en la que se destaca el magnífico riff que la zurda superdotada del nacido en Seattle construye y reinventa con vertiginosidad maestra.

A continuación viene, a mi juicio, la mejor canción del álbum, una pequeña gema: “Little wing”, que tiene una introducción magistral, en la que fluye como pocas veces todo el genio de Hendrix. Esa refinadísima y dulce melodía germinal constituye un placer inexplicable para los oídos sensibles, y eso que dura lo que un suspiro: son treinta segundos de embelesamiento, que se prolonga luego, con la irrupción vocal de un Jimi en su versión decididamente más delicada. “If 6 was 9” es el tema más extenso del trabajo, y no se trata de otra cosa que un nuevo devaneo psicodélico en el que lo más destacable, a mi modo de ver, pasa por el solo de guitarra.
Mención de honor merece “
Castles made of sand”, una balada exquisita, con varios trucos de guitarra incluidos por el mismo precio, y en la que, sobre el final, podemos encontrar una pequeña historia tan poética como horripilante:

There was a young girl, whos heart a frown cause she was crippled for life. And she couldn’t speak a sound. And she wished and prayed she could stop living, so she decided to die. She drew her wheelchair to the edge of the score. And to her legs she smiled you won’t hurt me no more. But then a sight shed never seen made her jump and say. Look a golden winged ship is passing my way. And it really didn’t have to stop, it just kept on going. And so castles made of sand slips into the sea, eventually.
Precisamente en esa clase de versos se puede comprobar el salto cualitativo en la faz compositiva que existió desde el primer disco hasta el que he seleccionado. Continuando por el carril de las baladas, es necesario resaltar la sutileza que se desprende de “One rainy wish”. Y por último, sólo queda subrayar el descollante riff central de “Little miss lovery el exquisito cierre que supone Bold as love”. Lo dicho: aquí no abunda la actitud rocker de azotar la guitarra contra los amplificadores, ni hay tanto espacio para la distorsionada clase de magia que Jimi realizaba con su instrumento. Por el contrario, asoma la faceta, si bien menos revolucionaria, a su vez más poética y sensible de Hendrix, y por consiguiente, las canciones constan de una elaboración muchísimo más cuidada, al lograr combinar con eficacia composición con virtuosismo. Imprescindible para todo amante del rock que se precie.

Esta reseña es original del blog
Vagabundeo resplandeciente.

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