Pages

Estallando desde el océano

22 septiembre 2008


Inglaterra. 1968-1969. Al final de una década en la que se creyó que todo era posible, nueve navegantes solitarios inician un viaje desquiciado sobre la superficie de los mares más peligrosos del planeta con destino en la profunda e insondable locura interior. Esta es una historia sobre la caída del hombre y su frágil y leve cordura estallando desde el océano.

Escribe: Ariel Martínez

"¿Quien escribirá la historia de lo que pudo haber sido...?" (A.C.)

La historia de los ganadores es casi siempre la historia de los hijos prolijos, de los que hicieron los deberes, la historia del tipo derecho que lo logró, pero sin dejar una huella particular. Los libros nos hablan de ellos, pero nos acordamos que subieron al podio y nada más. Los demás, el resto, estamos siempre cayendo. Aunque alcancemos grandes metas, siempre estamos caminando por el borde de la navaja. Desprolijos, miserables, soñadores irredentos.
La historia que quiero contarles es la del loco que mira desde la vereda de enfrente, la historia que nadie quiere contar porque es la historia del perdedor. El desconocido que se lanzó a la aventura, a conquistar el mundo, soñando con un premio que parecía imposible.
Piensen en Donald Crowhurst, un anónimo comerciante inglés, padre de familia numerosa, con la vida hipotecada pero con una mente brillante y una audacia determinantes que lo impulsan a buscar soluciones para su vida y la de sus hijos.

Piensen que allá por 1968 el mundo ardía. La década toda fue rebelde y explosiva. En los bolsillos se guardaban esperanzas y se creía que todo podía cambiar para bien. Estaban los Beatles y la cultura psicodélica, Marilyn, Kennedy y Luther King. La liberación sexual, la independencia de la mujer, las luchas por derechos civiles. Códigos nuevos que debían manejarse para entender el mundo por venir. Los menores de 30 proclamaban la rebelión contra el orden establecido y los valores familiares. El movimiento contracultural se expandía e invadía el alma de esos jóvenes quemándolos por dentro, haciéndolos arder en deseos de liberación y empujándolos hacia la lucha por lo que consideraban justo: el fin a la Guerra en Vietnam, cambios en la manera de hacer política, la vuelta a la naturaleza de los hippies. Morisson ya hablaba de abrirse paso hacia el otro lado. En Norteamérica la bonanza económica y en Europa el deseo de alejarse de la posguerra alimentaban la idea un mundo nuevo. Estados Unidos y la Unión Soviética gastaban millones en una carrera espacial que presagiaba puertas insospechadas hacia el más allá. Y quien llegara primero sería más potencia que la otra.
Todos esos ingredientes enmarcan la increíble historia de Donald Crowhurst, un tipo cualquiera, que a los 36 años soñó con salir del fondo del pozo dando la vuelta al mundo en una regata inédita, atravesando los mares más salvajes, en un barco fabricado por él mismo.
La Sunday Times Golden Globe Race, la carrera organizada por el diario Sunday Times, era una absoluta locura. La idea de circunnavegar el globo en solitario, sin escalas y sin ayuda era, en 1968, una aventura comparable a llegar a la Luna (hito que sucedería un año después).
Y había dos premios. Un trofeo para el que llegara primero y otro de 5.000 libras esterlinas (unos 100.000 euros actuales) para el que completara el recorrido más rápido. Ese era el objetivo de nuestro doméstico héroe británico.
Crowhurst estaba conciente de su escasa preparación para hacer el viaje. La noche anterior a zarpar lloró de miedo hasta que los ojos le dolieron. Su bote no estaba listo. El mismo se definía (y la prensa británica también) como un “weekend sailor”, un marinero de fin de semana. Un amateur.
Pero a la carrera se anotaron nueve. Todos profesionales, menos él. Todos decididos a pasar a la historia con la hazaña: luchando durante meses con el mar, con la soledad absoluta, con el aislamiento y con sus propios demonios adentro de una cabina minúscula.
Piensen que en los años 60 no existía el GPS, ni la alta tecnología de navegación, ni los alimentos especiales, ni los pronósticos del tiempo, ni los satélites.
Crowhurst, heroico, desesperado, salió con una radio como todo medio de contacto. Y el ingenio, el sol y las estrellas a su favor.
Sin embargo, lo que la historia quiso para Crowhurst fue un pésimo comienzo, problemas graves con su pequeña nave y una acumulación de decisiones incorrectas. Al quinto mes de navegación, el Teignmouth Electron se averió seriamente y sin posibilidad de solucionarlo en alta mar, se detuvo en playas de Río Salado, en Argentina, con lo cual quedaba descalificado. Pero lo mantuvo en secreto. Y peor, en vista de que su bote no estaba en condiciones de navegar los tempestuosos mares del Sur, decidió no dar la vuelta al globo y quedarse navegando en el Atlántico, en aguas de Sudamérica, hasta volver a Inglaterra, enviando posiciones falsas a los organizadores de la carrera, mientras el resto daba la vuelta al mundo.

“La compuerta de la cabina de piloto ha estado goteando, y ha inundado el compartimiento del motor y los aparatos eléctricos. El maldito barco se está desarmando en pedazos" (Bitácora de Crowhurst, noviembre de 1968, un mes después de zarpar)

Ese fue el comienzo de una escalada de mentiras, misterio y locura.
Los mensajes radiofónicos que enviaba a Inglaterra decían cosas como: "dolido de gota tras la fiesta de año nuevo de Sherry" o "ahora en igualdad de condiciones sirenas paren".
Crowhurst debía llevar una bitácora con la información del viaje que los jueces de la carrera evaluarían para certificar que había realizado el viaje completo. Entonces hizo algo increíblemente difícil: abrió una segunda bitácora, donde calculó y falsificó a la perfección su posición por cada día que supuestamente había pasado en el océano del Sur. Y durante tres meses apagó la radio, para que no pudieran identificar su ubicación.
Estas acciones, sumadas a la presión que traía desde la salida, comenzaron a minar su mente, llevándolo a una tormenta oscura que no lo dejaron vivir.

“Olas, barran mi melancolía" (Bitácora de Crowhurst)

Cuando reestableció el contacto por radio, supo que iba segundo y sintió alivio al pensar que los jueces no revisarían su bitácora. Pero la burbuja duró nada. Pronto se enteró que Bernard Moitessier, el competidor que iba un paso adelante suyo, abandonaba la travesía y estaba realizando la vuelta al mundo por segunda vez…! Y que en mayo Nigel Tetley había hundido su bote en las islas Azores. Por lo tanto Crowhurst quedaba en primer lugar. La bomba había explotado.

"Me he convertido en un ser cósmico de segunda generación. Fui concebido en el vientre de la naturaleza, en mi propia mente, en el vientre del universo". (Bitácora de Crowhurst)

La posibilidad de llegar como héroe y que descubrieran la mentira lo atormentó días y noches. Su frágil estado mental se hizo más grave con cada ola que golpeaba el barco.
Su mala suerte, sus errores, sus deudas impagas y la desesperación por triunfar lo ahogaban, sólo, en medio del océano. Estaba aterrorizado, envuelto en una nube de locura, vergüenza y frustración. Imaginen la espada flotando sobre su cabeza. Imaginen el peso angustioso de saber que estaba a punto de llevarse la corona haciendo trampa. Ciertamente no hubiera querido calzarme sus zapatos.

"La explicación de nuestros problemas es que unos seres cósmicos están jugando juegos con nosotros. Durante su vida, cada hombre juega un ajedrez cósmico contra el diablo. Dios está jugando con una serie de reglas, y el diablo con otra, una serie de reglas exactamente opuestas. El secreto vergonzoso de Dios...el truco que El usó, porque la verdad sería demasiado dolorosa...es que no existe el bien ni el mal. Sólo la verdad" (Bitácora de Crowhurst)

En junio de 1969 cruzó la línea del Ecuador y a través de la radio supo del recibimiento con honores que preparaban para su llegada.
Eso lo terminó de volver loco.
El 24 de junio dio la vuelta frente a Inglaterra y dejó que su bote flotara a la deriva en el Mar de los Sargazos. Los escritos filosóficos que dejó en su bitácora dan cuenta de su locura.

"¿Continuamos aferrándonos a la idea de que Dios nos hizo? O nos damos cuenta de que está dentro de nosotros el hacer a Dios. Aprendiendo a manipular el continuo espacio/tiempo, el hombre se convertirá en Dios y desaparecerá del universo físico tal como lo conocemos" (Bitácora de Crowhurst)

El 1 de julio de 1969 dejó de escribir.
El 10 de julio encontraron su barco abandonado en medio del Atlántico.

"Soy lo que soy. Y veo la naturaleza de mi ofensa.
Sólo renunciaré a este juego si están de acuerdo en que en la próxima ocasión que este juego sea jugado, será jugado de acuerdo a las reglas que son creadas por mi gran Dios.
Se acabó.
Es la misericordia.
11 horas, 15 minutos, ningún segundo.
Es el final de mi juego.
La verdad ha sido revelada."
(Bitácora de Crowhurst)

El capitán de la marina mercante británica, Robin Knox-Johnston fue el único que completó el recorrido de los nueve que salieron. Lo hizo en 312 días. Nigel Tetley se suicidó un año después. El barco de Donald Crowhurst está abandonado en la isla caribeña de Caimán Brac. Su cuerpo nunca apareció.

La película documental Deep Water, dirigida por Louise Osmond, narra los hechos de la historia de Crowhurst.
http://www.pbs.org/independentlens/deepwater/film.html
http://www.deepwater-movie.com/

Ariel Martínez es periodista. Escribió artículos sobre cultura rock para los diarios Página 12 y La Mañana del Sur (Neuquén) y para las revistas Rock & Pop, Vos (en todas) y All The Music (entre otras). Produjo y condujo espacios en las radios FM Rock & Pop y La Tribu y editó la revista El Borde. Desde marzo de 2008 es editor del blog Klamahama.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Desconocía la historia de Crowhurst. Me hizo recordar a las viejas aventuras narradas por Robert Louis Stevenson o Emilio Salgari, pero con un desenlace más bien digno del más oscuro Joseph Conrad.

Excelente redacción (como siempre) y contextualización histórica. Da gusto leer textos como éste. Gracias por esta actualización, Ariel.

Anónimo dijo...

Loco!!!

Me encanta todo eso! Personas que creen en una cosa, que creen en un sueño! Locos como yo, que de nada tiene miedo, que tudo hece en la vita.. sin medo! Muy, Muy rico esta historia, me recuerdo Jack London!!!

Anónimo dijo...

Y...una locura!
Capaz podés empezar a cranear la enciclopedia de personas navegantes perdidas afiebradas que enloquecen en el mar.
Dicen que hay muchas...
Y luego alguien se apropia de esa historia y hace una enciclopedia, se hace rico, se compra un barco y se va a navegar.
Y no se vuelve loco, entonces escribe otro libro.
Y así, tras muchos libros, los mares seguiran existiendo y nosotros...muertos!
Beso!
M.

Anónimo dijo...

No conocía la historia.
Lindo personaje.

Canalla dijo...

¡Saludos, Argentina!
Como siempre, algo muy digno de leer lo suyo, Ariel, aunque quizá valga la pena aportar bibliografía:
"The Strange Last Voyage of Donald Crowhurst", de Nicholas Tomalin y Ron Hall. Primera edición de 1970.
Y para quien a todavía le quede alma en este puto mundo: "The Wake of the Electron", poema narrativo de Donald Finkel, en la New Narrative Review (may-august) de 1989. Respetuosos y ramonescos saludos para la Lic. M.M.

Ariel dijo...

Bueno, bueno...el Sistema me soltó el cuello unos minutos, así que voy a aprovecharlos para conectarme con la parte que más me gusta de editar un blog.

Clau, my friend: sos increíble man. Siempre aportás un dato más, una mirada más, y creo yo que esa es la escencia de todo esto. Ignorante yo, salgo en busca de Salgaris y Stevensons (¿por donde debería empezar?). Gracias por la cortesía.
PD: en breve salimos con otra reseña de discos.

Leo, loco! grandote y amistoso ser, tu portu-ñol a veces es gracioso, pero a mi me encanta. Si te conocieran reconocerían la gran persona que sos y el idioma no importaría para nada. Gracias por leer mis historias y ser parte de Klamahama. Hacen falta muchas más personas sin miedo!

Miriam, le puse empeño, pero evidentemente me falta dormir, porque no entendí tu mensaje. ¿Te gustó el texto?

Señorita, agradecido por leer la historia. La película es mucho más emotiva. Vale la pena.

Canalla, me alegra saber que mis paranoias tienen algún valor para alguien. Interesante el aporte. No tuve a mano ningún libro (aunque me hubiera gustado!), y a cambio conseguí los subtítulos de la peli que incluí en letras azules. Si tenés ese poema, me encantaría leerlo.

Anónimo dijo...

Verdad revelada...
¿Y la vida, cuándo comienza?
¿Cuándo termina?
Un gusto pasar x aquí!!!!:-)

Un beso
Cintia

Anónimo dijo...

Buscando material para mi nieto sobre navegantes, me encontré con usted señor Ariel, un gusto…a Klamahama no lo conocía…no frecuento blog,pero lo tendré en cuenta.

Historia bellísima la de Crowhurst.
Yo he visto la película, quedé atrapado por su historia y su libro de viaje... como fue inventando, contando en lugares que no había estado.

Creo que fue un gran ganador, porque construyó su barco e invento un viaje para ganar…o ganarle tal vez, a una vida cósmica. No creo que haya sido un perdedor según desde donde se mire. Lo que no pudo, fue con la trampa.
Conozco muchas historias de navegantes, pero ésta fue sin duda la mejor.
Mi nieto la tiene que conocer.

Una pregunta que quiere decir Klamahama señor?

Que tenga un muy buen día
Ramon

Ariel dijo...

Cintia_
La vida no comienza ni termina. Somos apenas briznas de energía flotando que duramos un destello en la historia. Lo que cuenta, es que tan lejos puede verse el brillo del destello.
Muchas gracias por pasar.

Ariel

Ariel dijo...

Ramón_Espero que siga frecuentando blogs, ese nieto seguro pronto será un cybernauta más...
De Crowhurst me impactó como habiendo luchado por su vida meses enteros adentro de esa pequeña cabina, finalmente eligió desaparecer. Ganador, perdedor, quien sabe...Tal vez su nieto tenga alguna respuesta.
Klamahama es una palabra que no figura en los diccionarios y para nosotros representa un lugar (en la mente, en los sueños) al que nos gustaría llegar.
Gracias por sus palabras y lo esperamos de vuelta cuando quiera.
Saludos,
Ariel

Anónimo dijo...

Relacionaba la historia con Salgari y Stevenson porque ellos abordaron mucho el género de las aventuras (a veces muy mal reducido a las estanterías de "literatura juvenil"), dándole mucha preeminencia al ámbito marino. Como bien señala Leonardo, el espíritu de la historia también podría vincularse con otro grandísimo escritor como fue Jack London. Y con respecto a las recomendaciones, de Stevenson te sugeriría casi cualquier cosas que haya escrito (supongo que conocerás, aunque sea de oídas, "La isla del tesoro").

Por otro lado, en breve comienzo a preparar tres reseñas más que versaran sobre discos de Cream, Jeff Buckley y Blondie.

Au revoir!

Ariel dijo...

Claudio_compro Blondie, pero antes creo que sacamos Psychocandy.
Me parece que La isla del tesoro la leí de chiquito, no me acuerdo. Pero bien vale saberlo. Gracias de nuevo.

furgoner dijo...

muy interesante historia
un vitodumas en inglés loser

bien bien

excelente el blog
sds

Ariel dijo...

Gracias Furgoner: nuestro único intento es evitar el destino de Crowhurst. Y en el camino va saliendo un blog, a los ponchazos. Esquivando las trampas. Oteando la salida. Seguimos en la red. Si le cabe aportar a la confusión, el arte furgonero se ve klamahánico. Está invitado!. Salud.

Anónimo dijo...

mirá el navegante haciendo trampa!:o.
Ta bueh la gistory;)

Naty.

Ariel dijo...

Naty, gracias por leernos. El navegante era un novato y creyó que podía salvarse "dando la vuelta al mundo en un bote que hacía agua por todos lados"!!!!! Nos agradó tu visita con 3 comments! Grosa lectora tenemos acá...Te ubicamos en algún lado? Dejanos un mail para mandarte el boletín de novedades.
Saludos de los Klamahama.
Ariel