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Cazuza, vida loca, vida breve

07 julio 2010


Cazuza, contra la burguesía y la muerte


"Vida loca, vida breve. Ya que no puedo llevarte, yo quiero que vos me lleves", escribió Lobao -lobo del rock brasuca- en versos que Cazuza cantó en su último (¿último?) show. Cazuza, nombre de resonancias extrañas, ícono de los ochenta-noventa para la garotada brasileña, tiene la muerte anunciada, sin lugar y sin fecha. Porque Agenor Miranda de Araujo Neto (tales sus nombres y apellidos in extenso) tiene Sida, una plaga que raramente perdona a sus víctimas, una peste enemiga del amor, de la música y la poesía.


Cazuza tenía muchos motivos para convertirse en figura de estos tiempos, sin necesidad de ser tocado en el hombro por los dedos pegajosos de la muerte. Uno solo de sus temas -titulado Brasil- es considerado como el más fino retrato de los diez años de dictadura, dolor y resistencia en el país vecino. Fue también líder de Barao Bermelho (barón rojo), un grupo carioca que abrió las puertas del rock en Brasil con una violencia tal que, poco a poco, alcanzó para desplazar del foco de atención a los mitos consagrados de la música popular. Pero fue principalmente su desesperada voluntad de vivir a cualquier precio lo que transformó a Cazuza en una especie de mito, el del artista-gladiador en guerra contra su destino, el del poeta obstinado que levanta castillos de arena en la orilla del mar, riéndose en la cara de las olas que vienen a destruirlos.
Es Estados Unidos el Sida encontró a su víctima y a su símbolo en el inmaculado Rock Hudson. En Brasil se llevó al finísimo y talentoso humorista Henfil, y al escritor León Hirzman, dosfiguras notorias allá. Pero Agenor Miranda de Araujo Neto dijo que no estaba cuando la muerte vino a buscarlo, se escondió detrás de un plátano, se disfrazó de ananá y por ahora zafó. Además, mientras los otros escondieron sus síntomas, contribuyendo a alimentar los elementos discriminatorios que la enfermedad arrastra como una yapa, Cazuza optó por exponer su agonía. Hizo de ella una bandera. La alzó muy alto y se puso a componer, en su casa de Petrópolis, como el loco de la colina.
Inauguró la guerra con un show a todo trapo en Sao Paulo, donde presentó por primera vez O tempo no para, su hit indiscutido después del citado Brasil y de Ideología, "una trilogía de esperanza" como la definió él mismo. A partir de ese instante cayó en una especie de furor creativo que no hace más que subir, y que, como el tiempo, no para. En sólo dos años nada menos que cinco elepés llevan su firma. En 1987 lanzó Sólo si fuera de a dos. Un año después fue el turno de Ideología y de El tiempo no para (grabado en vivo); y a fines del '89 apareció Burguesía, que algunos se apresuran a definir como álbum testamento (fue grabado en pleno auge de la enfermedad) y que Cazuza considera como el mejor disco de su trayectoria.
Hacer vida con los jirones de vida que le quedan, subir la montaña para llegar al cielo sin que nadie lo lleve, ahí reside el misterio poderoso de Cazuza, su desafío que, sin embargo, no pretende convertirse en una exhibición de heroísmo. En estos días vive de blanco, en un laboratorio, sintiéndose un cobayo de Dios. Sabe perfectamente que está "tudo bem", que está rodeado de mediocres en un mundo donde los malos suelen tener demasiado éxito.
Pero Cazuza decidió no sufrir más por eso. Su preocupación, su casi obsesión de estos días de vida, pasión y uerte es la misma que torturaba a los replicantes de Blade Runner que volvieron a la Tierra para responder a dos preguntas elementales: ¿de dónde vengo? ¿cuánto tiempo me queda para vivir?


Luis Gruss




* Este texto se publicó en EL TAJO, suplemento joven del diario Sur, el jueves 1 de marzo de 1990, y refleja con ajustada poética la bocanada de vida que fueron los últimos días de Cazuza. La muerte, maldita, finalmente lo encontró cuatro meses después: el 7 de julio de 1990, hace hoy 20 años. (El color de las fotos refleja exactamente el paso del tiempo).

Valga esta (re)visión argenta de Cazuza mientras esperamos que nuestro gran amigo Leonardo Parente nos envíe la propia desde las entrañas mismas de Sao Paulo, Brasil. El único colaborador de Klamahama con la autoridad para hablar sin prejuicios de Cazuza. Una mirada actual, brasileña cien por cien, rockera y descarnada. En breve...

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