Marcelo Figueras conoce muy bien el mundo del cómic. Lo conoce como lector, porque supo refugiarse en las batallas de sus personajes. Todos esos cuadros, personajes y globitos conformaban el hermano menor de su pasión más profunda: el cine. Lo conoce como periodista, porque en más de una oportunidad, en Caín mismo y en otros medios, presentó algunos de sus personajes favoritos y sus creadores: Rat de Art Spiegelman, Folly Bololy y Ranxerox creado por Stefano Tamburini y Andrea Pazienza, y retomado por Tanino Liberatore , Torpedo de Enrique Sánchez Abulí y Jordi Bernet (de todos ellos Klamahama está preparando entregas que den cuenta de sus pasos).
Y lo conoce, a esta altura esgrimiendo directamente las tripas de la bestia, como guionista de historietas, para lo cual supo rodearse de grandes dibujantes que terminaran de dar vida a los personajes que iban saliendo de su pluma. Ya vimos en entradas anteriores que en el suplemento Cain N° 1 apareció la única página de El Mesías Eléctrico, con el trazo exquisito de Pablo Páez.
A esta altura, vale esta aclaración de la periodista Mónica López Ocón en Noticias: "A lo largo de su vida Marcelo Figueras se ha dedicado de manera sucesiva o simultánea a actividades aparentemente muy distintas: cine, periodismo, literatura. Para él, sin embargo, no hay diferencias de fondo entre un oficio y otro, porque considera que los tres le exigen básicamente lo mismo: ser un narrador."
En el suplemento Caín N°3 la apuesta se triplica: aparece Cuesta abajo, en tres páginas una pequeña historia que acompañaba perfectamente el futuro cyberpunk que imaginó Caín para Buenos Aires. Con dibujos de Alfredo Flores y una atmósfera pesada, el drama de un locutor publicitario clandestino (la ley obliga a utilizar registros sampleados) que necesita comprar una mandíbula nueva. Un drama típico argentino en un mundo artificial que bien podría tocarnos.
Podés ver las imágenes, en tamaño grande, en nuestras galerías de Flikr.
0 comentarios:
Publicar un comentario