Nos dijeron que la juventud era un divino tesoro, que todo lo sagrado viene de ahí. ¿Suena increíble, verdad? Pero ocultar también es mentir, así que van a tener que decirnos la verdad alguna maldita vez: que siempre habrá alguien más viejo escondiendo trampas detrás de las puertas queriendo atrapar al divino tesoro.
Quieren que creas en aquello de la inmortalidad y la belleza y los premios al esfuerzo y la fiesta de egresados y todo lo demás. Deberían admitir que están engordando al conejo que más tarde meterán a la olla.
A la mierda con la dedicación y la prolijidad y los mejores resultados. La juventud muere tan pronto como te descuides y no quieras saber cuanto vas a luchar para no convertirte en otro maldito asesino de conejos.
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